Cuando le dice que debe seguir leyendo en tono de reproche su madre le dice que no es forzoso que lea tan deprisa y Hilde le informa que su padre le ha dado instrucciones de terminar el cuento antes de que llegue, su madre le dice que estando tan lejos no debería dirigir tanto su vida, y ella le dice que la maneja mucho más de lo que se imagina.



Para él la religión y la razón eran como el fuego y el agua.
La fe cristiana consiste en seguir las huellas de Cristo. A los 27 años presentó su tesis “sobre el concepto de la ironía” en la que criticó la ironía romántica.
Decía que no tenía ningún interés hacer una descripción general de la naturaleza y del ser humano. Es la existencia de cada uno lo que es esencial. Dijo que la verdad es subjetiva. Realizó una crítica a toda una cultura.
Opinaba que existen tres actitudes vitales diferentes.
Para este filósofo es la existencia humana particular la que importa y lo compara con Buda para una persona herida lo importante no sería investigar qué tipo de veneno o de dónde vino la flecha sino lo primero sería que alguien le quitara la flecha, porque para ambos tenían la idea que la existencia era en realidad muy breve.
Su influencia se extendería más adelante con la corriente existencialista.
Kierkegaard y la comunicación
El aporte realizado por el pensador danés acerca del problema de la comunicación indirecta. Este problema, lejos de tratarse de una mera “teoría de la comunicación”, es el dispositivo discursivo que Kierkegaard pone en marcha en su propia obra, en la cual apela a la libertad de su lector para que este decida el sentido de la comunicación. Esta decisión no es del orden del saber, sino del poder: puesto que lo que está en juego son las posibilidades existenciales del destinatario de la comunicación. A pesar de que Kierkegaard plantea esta cuestión en función de su propósito religioso (el de plantear cómo puede el hombre contemporáneo llegar a ser cristiano), anticipa con ello una problemática que gravitará en la filosofía contemporánea: la crisis del discurso proposicional y de la filosofía entendida como sistema.
I
Kierkegaard se ha propuesto deliberadamente constituirse en un problema para su lector. Quizá ningún otro filósofo antes que él puso el problema de la comunicación en el centro de la relación con sus destinatarios. No se trata solamente de que él haya elaborado una teoría de la comunicación, sino más precisamente de que la problematización del acto comunicativo se realiza en acto en su escritura filosófica. Su obra está constituida como un complejo dispositivo de seudónimos que representan diversas posiciones, y es voluntad manifiesta de Kierkegaard que el sentido último de su filosofía no se pueda fijar en la forma de un sistema; pero además: que la interpretación que el lector realice suponga una decisión por parte de este último en el que se haga patente la posición existencial del propio lector. Está claro que toda obra filosófica demanda siempre un acto de interpretación; lo peculiar de Kierkegaard es que él dispone el conjunto de sus textos para que el lector no pueda sino interrogarse sobre su propia lectura: pone en cuestión el acto de la lectura, la pertinencia del lector, sus posibilidades, la disposición anímica o tonalidad (Stemning) a partir de la cual es posible leer cada texto. Esta problematización de la comunicación filosófica tiene un doble fundamento:
1) Por un lado, Kierkegaard cuestiona la posición hegeliana de que la verdad tenga el carácter de un Sistema: el dispositivo autoral de seudónimos deja un grado de indeterminación que sólo puede ser determinado por el acto de lectura singular de cada lector.
2) El problema principal que rige el pensamiento kierkegaardiano es, según sus propias palabras, el de “cómo llegar a ser cristiano”. Y esta cuestión sólo puede plantearse en una comunicación existencial. Es decir, no una comunicación de saber sino una comunicación de poder, dirigida a la libertad de su interlocutor.
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