lunes, 3 de diciembre de 2007

Bjerkeley

A medio camino de regreso a su casa Sofía encuentra a su mamá y rompe en llanto, su madre le pregunta ¿Qué nos ha pasado? y la niña le contesta que esto que viven es una pesadilla.

Hilde se había despertado y era el día que cumplía 15 años, 15 de Junio. Y como para ella era muy significativo se puso muy pensativa, además era su ultimo día de escuela, y su padre regresaría dentro de una semana del Líbano.
Al observar por la ventana Hilde recuerda la vez que perdió la barca y tuvo que regresar nadando y el barco y los remos quedaron flotando, además de los abedules que protegían del viento y del cual tomaba el nombre el lugar Bjerkeley.


Su casa era conocida como la villa del capitán porque su abuelo la había construido y así se le conocía a él.
Después se mira en el espejo y anota como aspectos positivos de su fisonomía sus rizos y sus ojos verdes, ese objeto era de especial interés para ella pues le recordaba a su padre a quien cariñosamente llamaba Albert, además recordó que el sueño de él era llegar a escribir una gran novela un día.


Se vio en el espejo de latón de su abuela e intentó guiñarse los dos ojos como le había dicho su padre que era imposible y empezó a buscar la figura de otra niña.

Después vio sobre su cómoda un regalo, y pensó que podía ser la gran sorpresa de su padre, que además sería algo que crecía y crecía, ella había intentado averiguar con su madre pero ella tampoco sabía nada del misterioso regalo. Lo abrió y era una carpeta con muchas hojas. En la tapa decía “El mundo de Sofía”. Empezó a leer y era toda la historia de todo lo que había pasado con Sofía, el curso de filosofía, las postales, y de estas se dio cuenta que las que llevaban fechas de 15 de Junio no la había recibido antes, y la que estaban fechadas antes ya las había recibido. Mientras leía sentía muchas cosas al igual que Sofía, imaginaba lo que pasaba, lo que leía y lo comparaba con su propia vida, incluso llegó a pensar que Sofía podía ser ella misma.




Cuando su madre subió con el desayuno y un regalo que era una pulsera de oro, y después de agradecerle, sin prestar mucha atención, siguió leyendo el regalo de su padre. Cuando no entendía algo o quería profundizar recurría a su enciclopedia. Y cuando leía encontraba sentido a algunas cosas que había dicho su padre.
Hilde se indignó cuando supo que su pañuelo rojo había dado a parardebajo de la cama de Sofía.
Berkeley era un filósofo que negaba la existencia de un mundo material fuera de la conciencia del hombre ¿Qué cosas tan raras se podían afirmar ¡Pero no resultaba siempre tan fácil refutar aquellas afirmaciones. La descripción encajaba muy bien en el mundo de Sofía. Pues sus sensaciones eran provocadas por el padre de Hilde.


Aquí podríamos agregar que a su vez las emociones de Hilde eran provocadas por Jostein Gaarder y a su vez por nuestra propia lectura y llegar aún más lejos y decir si nuestras propias emociones no están plasmadas en papel por alguien más.
Hilde lee todo acerca de los filósofos hasta la parte en la que Sofía se planta delante de un espejo y alguien le guiña los dos ojos, con lo que leía Hilde no entendía algunas cosas, pero cada vez estaba más segura de que Sofía existía.

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